Escritos Espurios 51.0

En la caverna madrileña cada día habita más gente. Si es deleznable el comportamiento habitual y mayoritario de la afición del Bernabeu, el miércoles quedó patente la miseria que habita en el Manzanares. Lo del Real Madrid ya es un estilo, una marca de la casa pero, los del Atleti, nunca se han mostrado tan miserables como en su partido contra el F. C. Barcelona.

Hace unos pocos meses el Atlético de Madrid ganó la Liga después de que se anulase un gol legal al Barça, a pocos minutos de terminar el partido. A pesar de ello, la afición del F.C.B. aplaudió a los campeones al finalizar el encuentro. No hubo protestas ni malos modos, solo deportividad por parte de los azulgranas. La violencia, el mal perder del miércoles solo se explica por una naturaleza íntimamente tramposa y sucia. Los métodos de sus vecinos ya son parte de su identidad.

En la anterior eliminatoria de Copa, en el partido Real Madrid-Atlético de Madrid, después de una entrada criminal de impotencia por parte de un jugador del Real, todo el estadio coreó su nombre, dándole el beneplácito, al igual que ha hecho con otros jugadores de contrastada truculencia. La noche del miércoles, los jugadores del Atlético mostraron una violencia extrema, mientras la grada gritaba: otra, otra.

Ya no caben interpretaciones, son lo que son. Mamporreros en el campo y en la grada, gente de mal perder, sin ápice de deportividad. A mi me gusta el juego recio, duro, pero la traición y la patada para hacer daño es propio de mezquinos. Al final, el equipo del pueblo se ha quitado la careta.