Escritos Apócrifos 35.9

La foto publicada ayer permite detenerse en algún comentario. La vitrina acoge elementos muy variados. Desde una calavera comprada en Florencia, a billetes del Tchad -de su visita a este país cuando tenía veintiocho años-. De un sobre con una hoja de afeitar Kira -origen del nombre del robot que pasó a mejor vida hace unas semanas-, a un reloj utilizado en los torneos de ajedrez. Una pequeña parte de la foto de Pep -el anarquista, el héroe familiar, asesinado en el campo de exterminio de Gusen-. Un punto de libro que simbólicamente dio paso a nuevas páginas de una vida. Una llave que sirvió para abrir el tesoro más preciado y, debajo de la misma, un utensilio de madera que perteneció a tío Arsenio, complemento a la balanza de farmacia que también tiene expuesta en la vitrina -ambos objetos fueron una ofrenda de tía María a Allan poco después de la muerte de tío Arsenio-.

Los únicos libros que se pueden identificar son: Introducción a la Biología, uno de antropología, así como El Corán y Luz en el Sendero, de Mabel Collins, un libro que guarda desde que tenía veinte años, uno más de su periplo teosófico.