Escritos Espurios 49.2

La muerte de Jimmy, el seguidor del Deportivo de La Coruña, merece un comentario. Si se mira bajo la perspectiva de que no es más que un aficionado violento, sin otra motivación que la reyerta, su muerte es completamente absurda. Bajo esta premisa, cuando un hombre hecho y derecho, con mujer e hijos, elige los días de partido para buscar pelea y darse de hostias, arriesgando la vida, que muera en una de las habituales contiendas no deja de ser una consecuencia lógica, sin más consideraciones.

Desde los medios de comunicación se incide en su condición de ultra, un adjetivo que define cualquier extremismo aunque, habitualmente, se asocia a los que asumen una ideología de extrema derecha. Si nos quedamos con la foto que nos ofrecen los medios de comunicación podemos perder de vista otras cuestiones, alguna de ellas esencial: grupos de extrema izquierda contra grupos de extrema derecha.

Se me antoja una lucha honesta aunque mejor sería que estos aficionados la canalizaran desde otras plataformas más eficaces. Para la familia de Jimmy -si creen que su muerte ha sido por la defensa de los principios de la clase trabajadora- puede servir para conciliar en parte su dolor. Pero no es bueno engañarse. Si realmente sus convicciones entroncasen con la lucha obrera, debería haber buscado otros caminos. Las batallas callejeras sin otro objetivo que apalear a algún rival, no resuelven ninguno de los problemas que tiene la sociedad.

No era razonable exigir un minuto de silencio en los estadios. No lo merecía, sería darle un protagonismo que no se ha ganado. Si acaso, que los miembros de su grupo enaltezcan su memoria junto a su familia.