Escritos Espurios 43.4

Allan ha recordado a sus amigos fallecidos y, fiel a su gimnasia diaria, ha repartido algunos palos. Escritos Espurios 29.1 complementa el texto de hoy.

Siento la muerte de Albert Manent del mismo modo que hace unos meses sentí la de Max Canher. Desde muy jóvenes trabajaron juntos en multitud de proyectos culturales y políticos, siempre como acción de servicio a Catalunya, sin buscar el beneficio económico. Nada que ver con los maleantes de ahora, políticos sin ninguna talla intelectual que solo entienden de tramas corruptas y de prebendas feudales.

Albert Manent escribió el prólogo del libro de poesía de mi padre, un contenido que ensalzó todavía más su categoría literaria. Un libro que no está en las bibliotecas de la provincia de Barcelona por expreso deseo de una funcionaria necia -Gemma Renau-, la clásica patriota que solo atendía a la voz de su amo.