Hecha esta salvedad, la revelación de hoy es la siguiente: entre los catorce y los dieciséis años, Allan leyó en cuatro ocasiones un libro de más de quinientas páginas, una autobiografía de título Papillon, escrita por Henri Charrière, un condenado en la Isla del Diablo.
No es extraño que, ante lecturas como esta, releída además de manera tan tenaz, el amigo Allan haya desarrollado una actitud social poco integrada.