A pesar de no vivir hostigado, tampoco puede decirse que se le venere. Vive en una indiferencia dolorosa pero soportable.
Ya es sabido que su alimentación es más propia de un hombre del neolítico que la de un homo-sapiens moderno. Si acaso incidir en que, desde hace unos meses, no engulle nada de carne, ni siquiera la proteína de los míseros caracoles. Cada día está más sensibilizado con los animales y el maltrato que deben soportar de los humanos, la especie más cruel y despiadada de todo el universo, según sus palabras.
En su intercambio con Allan, acostumbra a enviarle vídeos que demostrarían las inmensas capacidades sociales y altruistas de los animales. Algunos son verdaderamente sorprendentes, como el que publicaré en la próxima entrada.