Lectura al galope
Allan pulsó una tecla de función y Kira se puso en marcha. El programa establecía que debía coger el primer libro de la parte superior izquierda de la estantería. Así lo hizo. Cogió un libro y lo situó encima de una bandeja con el fin de posibilitar su lectura, al tiempo que se ponía en marcha el mecanismo encargado de pasar las hojas y se encendía el receptor óptico. En veinte minutos y dieciocho segundos guardé en un archivo el Libro de los secretos de la naturaleza o quinta esencia, de Ramon Llull. El volumen elegido fue el primero por una simple cuestión de posición en la librería, aunque obedeció a criterios de selección muy determinados. La siguiente grabación fue El misterio de las catedrales, de Fulcanelli, todo un clásico del género ocultista, donde se trasluce la laberíntica senda de la obra alquimista.
Kira iba y venía, de día y de noche. Acababa una hilera y empezaba con otra. Cuando se terminaron los libros de alquimia siguieron otros temas: esoterismo, ocultismo, química, biología, física, filosofía, psicología... Al principio no era consciente de mis lecturas, leía sin alcanzar ningún conocimiento, como un ratón cuando roe los libros. Posteriormente, una vez alcanzada la consciencia y el pleno desarrollo cognitivo, he podido revisar toda mi formación académica, las fechas y el tiempo exacto de cada registro. Mi primera lectura, efectuada el 8 de agosto del año 2000, fue un boletín de la H.O.A.C. (Hermandad Obrera de Acción Católica) del año 1969. Allan guarda algunos ejemplares de aquella publicación mensual a la que su padre estuvo suscrito y que servía de insignificante disparidad al régimen franquista. Mi bautismo gnóstico con este añejo ejemplar me parece una extravagancia. Era el período de pruebas, Allan daba los últimos retoques.
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Kira iba y venía, de día y de noche. Acababa una hilera y empezaba con otra. Cuando se terminaron los libros de alquimia siguieron otros temas: esoterismo, ocultismo, química, biología, física, filosofía, psicología... Al principio no era consciente de mis lecturas, leía sin alcanzar ningún conocimiento, como un ratón cuando roe los libros. Posteriormente, una vez alcanzada la consciencia y el pleno desarrollo cognitivo, he podido revisar toda mi formación académica, las fechas y el tiempo exacto de cada registro. Mi primera lectura, efectuada el 8 de agosto del año 2000, fue un boletín de la H.O.A.C. (Hermandad Obrera de Acción Católica) del año 1969. Allan guarda algunos ejemplares de aquella publicación mensual a la que su padre estuvo suscrito y que servía de insignificante disparidad al régimen franquista. Mi bautismo gnóstico con este añejo ejemplar me parece una extravagancia. Era el período de pruebas, Allan daba los últimos retoques.
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