Escritos Espurios 52.2

En La Diada de Sant Jordi, por la tarde y cerca de mi casa, se improvisó un escenario que con total seguridad jamás acogerá mayor impostura. Aprovechando la gente que en tal día sale a la calle, una mujer sin ninguna gracia comunicativa, pagada y/o abducida por el régimen que propicia la idiotez en Catalunya, se dirigió a los transeúntes con toda artillería arquetípica, sin descanso, durante cuarenta minutos.

No se dejó nada en el tintero: La Diada, Mossèn Cinto Verdaguer, la flama del Canigó, els castellers, els diables, les havaneres, Omnium Cultural, la sardana que agermana, y todos los tópicos habidos y por haber. Todo eso a grito pelado, con los altavoces bien altos. Esta es la Catalunya actual, casposa, ridícula y acomplejada. Ya cansa tanta estupidez. 

Reconozco que hasta hice una llamada a la policía municipal para cerciorar si el acto estaba autorizado, exigiendo, en cierto momento, que metiesen a la cretina en el calabozo. Me colgaron el teléfono con firme educación.

En la culminación de su insensatez, la speaker hizo una transposición histórica y antropológica de la sardana. Tal vez debido a los versos del poema La Sardana de Joan Maragall que expresan: la sardana és la dansa més bella de totes les danses que es fan i es desfan, la susodicha se hizo un lio entre bella (hermosa) y vella (vieja) y tiró de ignorancia para afirmar que la sardana es la más antigua de las danzas, que ya en épocas prehistóricas los hombres y mujeres se daban la mano y se ponían en un corro.

Es esta una magnífica idea para que Cucurull, el historiador tontaina miembro de la ANC, haga alguna tesis sobre la sardana en la época de los neanderthales y así vincular a Catalunya con el origen de los primeros homínidos.