Allan explica que quedó bloqueado por el pavor durante unos pocos segundos. Ocurre que enseguida se le hizo más insoportable el sufrimiento sin sentido de un animal condenado. Pensar en despertar a sus padres y que estos tardasen unos minutos en hacerse cargo de la situación, le fue algo imposible de tolerar. Había que poner fin a aquel suplicio.
Con su acción directa, se encadenó para siempre con un mísero gallo, forjando en su interior una leyenda que traspasó las cavidades de su corazón para anidar en lo más profundo de sus átomos.