Escritos Espurios 50.9

Cuando la impunidad ante la corrupción política tiene como consecuencia miles de muertos, millones de desempleados y la pobreza generalizada, es el momento de un cambio radical. Un cambio que debe llevar implícito un ajuste de cuentas en toda regla. La policía sirve para proteger los intereses de los que mandan. Los policías como personas estoy seguro que lamentan muchas veces las acciones en las que deben participar, casi siempre sin un mínimo de humanidad. Son funcionarios sí, pero son mucho más que eso: se han convertido en el soporte de unos seres mezquinos a los que nada les importa la desgracia ajena. 

La victoria de Syriza abre la mano de la buenaventura para los trabajadores. En ocasiones pienso que la nueva revolución podría empezar en Grecia. Puede que no sea sangrienta pero tampoco debería finalizar en una estafa más. Europa asiste con temor a la nueva realidad griega y, rauda, llevará furgones blindados cargados de billetes a un país que vive en la indigencia. Es el mejor modo de comprar voluntades e impedir la ruptura. En España ya hemos visto como en la peor crisis imaginable, con una reforma laboral criminal, los sindicatos han hecho mutis por el foro. Es delictivo, obsceno. El dinero lo corrompe todo. 

Si Syriza se pone sumisa ante el mercadeo capitalista y, mas adelante, Podemos hiciese lo mismo, será la señal definitiva de que nunca habrá más esperanza. En esta circunstancia, solo quedaría un camino para los postrados: una revolución de verdad, tan utópica como salvaje.