Escritos Apócrifos 33.3

Siempre tengo presente la parábola de la rana para llegar a comprender muchos comportamientos humanos. La fábula en cuestión cuenta que si echamos una rana en un recipiente con agua hirviendo, esta salta de inmediato al exterior. En cambio, si ponemos una rana en un recipiente con agua templada y, seguidamente, se va subiendo la temperatura de la misma, la rana se va acomodando hasta que muere al resultarle una temperatura insoportable.

El primer ejemplo que me viene a la cabeza es la deriva sufrida por los judíos en la Alemania nazi. De unas primeras situaciones embarazosas pasaron, con los años, a unas condiciones de vida cada vez más humillantes hasta que, al fin, fueron víctimas de un exterminio masivo. En los primeros años tuvieron toda la información suficiente para deducir que su vida solo podía terminar mal o muy mal y, no obstante, inmersos en su propio ambiente, escuchando a unos y a otros, negando lo inevitable, se dejaron conducir al matadero.

Enlazando con la parábola de la rana es de destacar que un régimen tan sanguinario y cruel como el de la Alemania nazi, promulgó leyes para la protección de los animales. Incluso estaba prohibido cocinar el marisco a fuego lento para impedir su sufrimiento. Los humanos nunca dejarán de sorprenderme.