Hace muchos meses que te vengo advirtiendo de la estafa política que se vive en Catalunya. He insistido en la imposibilidad genética de ir todos a una, en la ambigüedad constante de los dirigentes, en la mentira disfrazada y en una predisposición constante a hacer el ridículo.
El porro alucinógeno se ha terminado y, justo después de la última calada, han empezado las desavenencias públicas. Que la ingente cantidad de dinero malversado en la farsa del dret a decidir derive en una recogida de firmas, con la acción simbólica de meter una papeleta en una urna, sin ser amparada por un decret, es la demostración palpable de que han tomado por idiotas a la mayoría de los ciudadanos que viven en Catalunya.
Si lo que quiere el president Mas es que se vote entonces que convoque unas elecciones para primeros de diciembre, con un programa bien definido, donde se diga de una puta vez lo que quiere cada partido. Pero no, prefiere enredar con una participación ciudadana voluntarista para darse tiempo.
Su idea es que, más tarde que pronto, se celebren unas elecciones de carácter plebiscitario. Su pretensión es hacerlas implicando a los partidos pro-soberanistas en una lista única. Y claro, él como pal de paller. Es de esperar que Oriol Junqueras no se trague este nuevo anzuelo, a no ser que en su aceptación exigiese una Declaración Unilateral de Independencia (DUI) -caso de ganar las elecciones el frente independentista-, aunque sería imprescindible que este concepto quedase bien escrito -en todos sus términos- en el documento que se firme.
A Oriol Junqueras intentarán venderle una alternativa con trampa incluida: una lista única bajo el estandarte de la ANC y de Òmnium Cultural. Se lo van a poner difícil porque, de negarse, se le señalará con el estigma de romper la unidad. Junqueras está mucho más preparado intelectualmente que el zoquete de Mas pero este le saca mucha ventaja al bon cristià en hacer de trilero.
Su idea es que, más tarde que pronto, se celebren unas elecciones de carácter plebiscitario. Su pretensión es hacerlas implicando a los partidos pro-soberanistas en una lista única. Y claro, él como pal de paller. Es de esperar que Oriol Junqueras no se trague este nuevo anzuelo, a no ser que en su aceptación exigiese una Declaración Unilateral de Independencia (DUI) -caso de ganar las elecciones el frente independentista-, aunque sería imprescindible que este concepto quedase bien escrito -en todos sus términos- en el documento que se firme.
A Oriol Junqueras intentarán venderle una alternativa con trampa incluida: una lista única bajo el estandarte de la ANC y de Òmnium Cultural. Se lo van a poner difícil porque, de negarse, se le señalará con el estigma de romper la unidad. Junqueras está mucho más preparado intelectualmente que el zoquete de Mas pero este le saca mucha ventaja al bon cristià en hacer de trilero.
Por tanto, todo dependerá de si ERC acepta o no la coalición. Porque CIU no se atrevería a convocar elecciones yendo por libre. Esto significaría el suicidio político del partido. Caso de no haber unidad entre los diferentes partidos independentistas a Mas solo le quedaría alargar hasta el final la actual legislatura y, ante la falta de colaboración de ERC, tender lazos con el PSC. Y con esto, se habría puesto la guinda al pastel del engaño.
