Escritos Espurios 47.9

La presencia de ébola en España es la penúltima puñalada de la clase gobernante a los que viven en este miserable país. Lo más probable es que no se salga de su cauce pero el detalle es de nota. Ya en su día, al leer que iban a repatriar a dos sacerdotes, afectados de esta enfermedad en una fase muy avanzada, lo valoré como un riesgo excesivo. Supongo que quisieron emular a los EEUU -sacar pecho al estilo Aznar- que habían repatriado a dos misioneros enfermos de ébola: un hombre y una mujer bastante más jóvenes que los enfermos españoles. 

Aparte del coste de más de un millón de euros -curioso en un país con recortes sanitarios- la situación médica de estos hombres de avanzada edad, admirables en su labor humanitaria, era lamentable, con muy pocas esperanzas de sobrevivir a la nueva peste negra.

Ahora ya tenemos la certeza de que la frase que dice que África empieza en los Pirineos es del todo cierta. Este país de pacotilla, puso unos trajes protectores de bajo coste a una treintena de asistentes sanitarios, después de un cursillo de menos de una hora. Así es España: con dos cojones.

La África maldita tiene ahora la oportunidad de resarcirse de tantas humillaciones, matanzas y vilezas. Los infectados de ébola solo tienen que venirse a la decadente Europa, a morir con dignidad en las calles de las grandes ciudades sabedores que, por cada vómito de sangre, expandirán su virus infernal de manera exponencial.