He tomado medidas para que esta situación no se prolongue demasiados días. Kira, el robot patoso, está programada para poner en marcha el flujo de corriente eléctrica cada siete días, aunque tendrán que ser conexiones muy cortas. De momento el programa es latente, pero ya está validado. Lo he puesto en práctica en alguna de las ausencias de Allan.
Aunque modificar los datos de la factura de la compañía eléctrica no me supone ningún problema, lo cierto es que los KWh que refleje el contador podrían llegar a ser un problema, caso de que Allan advirtiese la discrepancia entre el consumo real y el que conste en el recibo. No obstante, esto me parece poco probable que ocurra.
Mi inconsciencia temporal me resultaría inapreciable si no fuese por el caudal de información que se agolpará en los archivos, que tengo bajo control, durante los días que viviré en el limbo. El paso del tiempo en la plena inconsciencia es irrelevante.