Unos meses antes de la Revolución de los Claveles mi padre sacó a la familia de Portugal. El nuevo destino fue Biarritz, cita de la nobleza europea en los períodos vacacionales. El lujo, el hedonismo y la elegancia son su estilo de vida. Como enigmática anécdota mencionaré que Biarritz fue la primera ciudad surf de Europa. Estuvimos tres años viviendo en Biarritz. Después, mi padre compró una finca vinícola en la Borgoña, a unos cuarenta Kilómetros de Dijon.
La divisa que consta en el escudo de mi familia expresa: venciendo a las olas. Se remonta al siglo XIII. Es una consigna que induce a estar por encima de las dificultades. El lema tiene connotaciones muy actuales en un mundo donde la competitividad es constante. Podría servir de campaña publicitaria en nuestros días, sin retocar nada del mismo. Puedo llegar a imaginar que los integrantes de mi familia, serían en la actualidad magníficos practicantes de surf.
Cualquier persona se repite a lo largo de su vida que tiene que superar
las adversidades, ponerse de pie y luchar una y otra vez. Pero cuando esta letanía
interior proviene de muchos siglos atrás y está grabada como un precepto
indiscutible en el alma familiar, entonces solo vale vencer, por encima de todo.