Escritos Apócrifos 27.8

Tengo la certeza de que si cada persona del planeta -con consciencia del valor del dinero- tuviese la oportunidad de obtener dinero regalado, con un coste social exiguo, pulsaría el botón mágico, ineludiblemente.

Supongamos que en España, el hecho de pulsarlo, implicase un ingreso en la cuenta corriente del afortunado de doce millones de euros. La repercusión para cada ciudadano español sería de treinta céntimos de euro. Si la persona tiene ciertos valores éticos podría dudar un par de segundos pero, enseguida se diría que con este dinero tendría asegurado el porvenir de su familia e incluso de algunas generaciones futuras. Asimismo, para congraciarse más con la idea, destinaría algunos miles de euros a obras de caridad, con lo que cerraría el círculo virtuoso.

Por tanto, estamos ante una realidad contundente: todos los humanos tomarían el dinero fácil siempre que no desgarrase demasiado sus principios. Y aquí entramos en la resistencia del velo. Es probable que muchas personas renunciasen a este premio si, por tenerlo, arruinase la vida de doscientas familias.

La corrupción en España es de alta incidencia. Muchos banqueros y políticos corruptos, completamente inmorales, han robado y siguen robando a espuertas, sin ningún remordimiento. Pero un gran número de ellos reflexionó que el montante hurtado incide en solo unos céntimos para el resto de la población. El problema es que esta doctrina, soportable si es llevada a la práctica por unos pocos, se ha convertido en el catecismo de miles. Así se ha producido la ruina de España, a costa de las clases trabajadoras.

De todos modos, el acto en sí -tanto de estos últimos como los del dinero fácil con consecuencias irrelevantes-, es semejante en su significado. Cierto es que no es lo mismo escupir a un niño que cortarle las piernas.