Escritos Espurios 39.0

Ya es conocida la actitud miserable de casi todos los políticos españoles, desde los que han tocado las cotas más altas de los diferentes Parlamentos, hasta el más humilde de los concejales del último villorrio. Han robado, mentido, estafado, han dejado que el país se cubra de delincuencia y mafias, han provocado una miseria terrible, lo que ha provocado hambre, desahucios, paro, suicidios.

En un escarnio absoluto al pueblo español ahora dictan leyes para protegerse de los insultos y de la proximidad de los ciudadanos indignados. No me equivocaré si digo que la percepción que tengo de ellos es parecida a la que siente la mayoría de ciudadanos: son unos hijos de la grandísima.

En su absoluta indefensión, los ciudadanos españoles ven ahora con estupor como los políticos del actual Gobierno del PP ha dejado en libertad a un amplio elenco de asesinos, violadores y pederastas. El miedo paraliza a las personas que intuyen la cercanía de tales alimañas. Es una reacción muy natural aunque el orden de los factores proporciona otra ecuación: el delincuente anónimo siembra el terror desde la impunidad, incluso dice lamentar, entre su círculo de allegados, los horrendos crímenes que haya podido cometer. Pero, en las actuales circunstancias, es el criminal el que ha de sentir un miedo paralizante. Reconocido por todos, al estar aireada su foto en todos los medios, estará siempre localizable. No sería mala idea que unos cuantos vecinos les pongan al corriente de su nueva situación. Y quien dice una visita dice una reflexión o una advertencia, o ...