Escritos Espurios 37.8

En los años que coincidí con Max Cahner me pareció un hombre plenamente consecuente, correcto y distante. Su labor en pro de la cultura catalana siempre estaba presente, desde una posición, a veces, anónima.

Con el tiempo, cuando la amistad fue tomando cuerpo, su fino sentido del humor se hizo cada vez más evidente. También me atreví a hacerle algún comentario irónico que siempre contestaba con una sonrisa y unas sabias palabras.

Me hizo el honor de regalarme los volúmenes de su obra Literatura de la Revolució i la Contrarevolució, así como el libro Servir Catalunya. Homenatge als 70 anys de Max Cahner, donde diferentes autores reivindican su labor política y activismo cultural.

Dudo que pueda haber un político más entregado a una causa, de manera más altruista y comprometida que Max Cahner, incluso arriesgando el patrimonio familiar.

Hace unos tres años, en respuesta a uno de mis comentarios corrosivos, a los que recurro cuando hay un buen nivel de confianza, me contestó que, ya en los finales de la década de los 80, advirtió al President Pujol de las actividades poco claras de Millet.

Poco después, Max Cahner, dejó su cargo por diferencias con la política de CIU. Cara y cruz de la política: un hombre honrado dio un paso al lado mientras que el bandido del Palau hizo negocios durante dos décadas con los dirigentes de CIU. Así se escribe la historia de Catalunya. Suma y sigue.

Ahora le daràn la Medalla d'Or de la Generalitat de Catalunya. Como casi siempre, tarde y mal. Menudos catetos tenemos en la Generalitat.