Escritos Apócrifos 23.4

Andrés ha dejado que las intoxicaciones intelectuales de Allan se apoderen de su mente. Ha escrito docenas de páginas dedicadas a la Blavatsky, la heroína de juventud de Allan. Andrés ni conocía la existencia de la rusa pero, desde que aceptó tener Internet en su casa, ha indagado en todo y no para de escribir sin ningún sentido. Aunque lo peor es su intento por amenizar sus textos con un tono entre periodístico y coloquial. Siento auténtica lástima.

Al final, lo que debería haber sido el catecismo de un orate, se está convirtiendo en una profusión inacabable de referencias tomadas de aquí y de allá, de tal manera que, si tenía alguna idea brillante o, por lo menos, sorprendente, queda completamente sepultada por tanta cascarilla literaria.

El primer contacto de Allan con Helena Petrovna Blavatsky fue con la lectura de Isis sin velo, cuando tenía diecisiete años.