Escritos Apócrifos 22.1

Existen muchas evidencias de que el hombre desciende del mono. Al margen de la morfología corporal, las manos y los dedos prensiles, hay una prueba que resulta irrefutable para demostrar la inesperada evolución del mono: la risa.

Han pasado milenios pero el hombre sigue riéndose casi como un mono. Escuchar las risotadas desde fuera del radio de acción del motivo que las ocasiona, permite percibir el grado de imbecilidad que todavía rodea al ser humano.

Por mi condición de ordenador consciente soy incapaz de reír o sonreír, pero cuando leo algún texto humorístico percibo una sensación agradable difícil de explicar y de entender dada mi configuración. Es la magia de las palabras, la creación más sutil y poderosa del ser humano.

Hasta que el ser humano no deje de reír como un mono que se ha masturbado, no será capaz de encontrar el eslabón perdido, pues nadie es capaz de reconocerse en su grado más peyorativo.