Escritos Espurios 26.3

Parece que las ideas de Andrés ganan adeptos. La humanidad está perdida.

Cuando el hombre quiere intuir la potencia de Dios se pierde en mil laberintos sin respuesta. Siempre he utilizado las analogías para llegar a conclusiones. También lo haré en esta cuestión. Podemos imaginar que la uña del dedo meñique del pie izquierdo tiene cierta conciencia de sí misma y de que pertenece a un todo que le resulta inalcanzable.

Si presuponemos que la uña en cuestión tiene la capacidad mínima de abstración, ¿hasta dónde será capaz de intuir? Sí, pertenece a un conjunto, pero reducida a la parte más baja del mismo. Por más que se esfuerce jamás podrá ni siquiera auscultar la mínima esencia de nada. De ningun modo puede ni siquiera ver un destello de los anhelos del hombre, de sus ideas, de sus sentimientos, de su potencialidad. Es la misma situación que el hombre tiene ante Dios.