Escritos Apócrifos 19.6

Después de diferentes idas y venidas, Allan ha conseguido llegar a un acuerdo con la Agencia Tributaria. Ya expliqué en su momento que envié una denuncia anónima como represalia a sus inconveniencias. Podría haber incidido más en la tarea de perjudicarle pero he optado por cierta prudencia. De los sesenta mil euros más que podían haberle hecho pagar por su tendenciosa declaración de renta, ha terminando pagando alrededor de los diecinueve mil euros.

Allan ha jugado bien sus cartas y, de nuevo, se ha puesto en evidencia la enorme dificultad que los empleados de la Agencia Tributaria tienen para controlar todas las cuestiones referidas a la operativa de accciones y derivados. Casi van a ciegas. Bendito país.