Revelaciones 4.2

Una noche perfecta para Allan es aquella en la que puede dormir unas diez horas, despertándose varias veces durante la noche para cerciorar que todavía le queda tiempo por delante para descansar y soñar. Esta circunstancia, además, le sirve para recordar diferentes sueños nocturnos, valorarlos in situ y dormirse en pocos minutos, mientras los disecciona, disfruta y saca conclusiones de los mismos.

Realmente duerme bien, algo que no es tan habitual entre los humanos por lo que he leído a lo largo de los años. Tiene una gran facilidad para dormirse en pocos minutos y, asimismo, para sentir placer tiempo antes de meterse en la cama, cual perro de Pavlov. Siempre que se despierta hace algo que es parte primordial del ritual: mirar la hora. De este modo, sabedor del tiempo que todavía le resta para estar en la cama, alcanza puntas de placer muy altas. Incluso cuando el tiempo que le resta no supera los treinta minutos, es capaz de valorarlo como un último regalo onírico.