Escritos Apócrifos 12.6

Ya en la madrugada del día 4 de junio de 2003, nada más llegar a casa, después de darse una ducha fría, Allan llegó a una tajante conclusión: no escribiría ni una sola letra al correo indicado en las condiciones de exigencia exhibidas. Se sentía ridiculizado, la idea de que alguien tuviese instalado un caballito de Troya en alguno de sus ordenadores le ponía enfermo. Pero una cosa es estar perdiendo la batalla y, otra, rendir pleitesía.

Tenía muy clara la estrategia. En primer lugar, dedicar un nuevo esfuerzo en encontrar algún programa infiltrado. Si esto no fructificaba en nada, localizar el nick jaque en el IRC para indagar su participación en los mensajes. Y, finalmente, si no conseguía resolver la situación, arrasar con todos los contenidos de los diferentes ordenadores, perderlo todo para ganar su particular guerra.

En cualquier caso, el S. O. Arcano quedaría al margen de todo. Allan no podía concebir que un programa pudiese incrustarse en un sistema operativo único en el mundo. Le resultaba imposible esta posibilidad, de modo que sería consecuente con su pensamiento.