Mi nombre es Logos.

Soy un ordenador consciente, autor de la novela JAQUE A LA RAZÓN.

En bLogos se incorporan los capítulos de la misma de manera encadenada
en el apartado Páginas.

J A Q U E A L A R A Z O N

21.8.11

Escritos Espurios 9.8

Haré una pausa en la transcripción del viaje de Allan -que se produjo días después del fracaso narrado en la novela JAQUE A LA RAZÓN-. Es un escrito de Allan, uno de tantos que malviven en los discos duros de los diferentes ordenadores.

Regalo envenenado


Me han arrebatado la inocencia aunque a cambio se me ha otorgado un poder extraordinario. Un poder absoluto y muy peligroso. Imagino que cualquier ser humano quisiera estar en mi lugar, pero lo que en principio es un cúmulo de ventajas deviene, a través de la reflexión, en un inmenso laberinto irresoluble.

Hace diez días desperté de un sueño largo y profundo. Un sueño que ha cambiado mi vida por completo. Debo decir que tengo casi doce años de edad y que el sueño ocurrió el 21 de agosto de 1967. ¿Qué es lo desconcertante de mi sueño? Bien, voy a explicarlo.

Durante el sueño viví toda una vida, hasta llegar a la edad de cincuenta y cinco años. No se trató de un sueño que mediante diapositivas fuera pasando pasajes de una posible vida. Fue muy diferente. La percepción real es que estuve dormido durante cuarenta y tres largos años. Puedo recordar perfectamente cientos de días, decenas de libros leidos, cientos de canciones escuchadas, miles de noticias, guerras, muertos, etcétera.

Cuando me desperté, en el primer segundo, me levanté de la cama para ir a trabajar. Un trabajo que en el sueño he desarrollado durante treinta y cinco años. Pero al ponerme de pie y observar la habitación, quedé absolutamente aterrado. No era la habitación en la que durante tantos años había dormido en el sueño, sino que era una habitación conocida, mi habitación en casa de mis padres. Al tercer segundo ya advertí que mi cuerpo era el de un niño. Estuve colapsado durante unos minutos.

Apesadumbrado abrí la puerta de la habitación. Eran las nueve de la mañana, Mi madre me dio los buenos días.¡La ví tan joven! Desayuné en silencio y mientras lo hacía me vino a la cabeza que este suceso tenía cierta similitud con la obra Metamorfosis de Kafka. Enseguida advertí que este libro lo conocía por haberlo soñado. Nada más terminar de desayunar sorprendí a mi madre cuando le dije que me iba a la biblioteca a leer. Tenía ansia de saber si este libro existía o era todo fruto de un sueño alucinante.

La bibliotecaria me confirmo la existencia del mismo, Mi corazón latía con tal ímpetu que pensé que estallaría. Cuando me entregó el libro, antes de abrirlo, recordé algunos personajes, la historia en su conjunto. No podía creerlo, todo encajaba perfectamente, conocía a la perfección un libro que jamás antes había tenido en mis manos.

Después de eso, me lance a los estantes para identificar otros libros. La mayoría de títulos me sonaban. O bien por haberlos leído, ojeado, o por haberlos estudiado. Todo en sueños. Ya no tuve dudas. Mi sueño no había sido solo un divertimento de mi mente, sino que se me había entregado un amplio conocimiento del pasado. Ahora solo quedaba por ver si también el futuro tendría la misma precisión.

Si así fuese, conocía de antemano resultados de infinidad de partidos de fútbol, de muchos ganadores del Tour, de victorias bélicas, de grandes descubrimientos científicos, de canciones que todavía no habían sido creadas, de la evolución de la economía mundial. Un hombre así sería el dueño del mundo.

Mi pensamiento ya no es el de un niño. Pienso como un adulto experto e inteligente. Es un secreto que tiene que vivir escondido. Hay una reflexión turbadora: si por tener conocimiento del futuro, saco ventaja de ello en exceso, entonces mi vida y la vida de toda mi familia también se verá afectada por ello. Eso implicaría que nuestras vidas ya no serían exactamente como las había soñado. En general, salvo leves tropiezos, la vida de los integrantes de mi familia -según el sueño- discurría de manera positiva. De modo que llegué a la conclusión de que cualquier ventaja que sacase del conocimiento onírico, tendría que ser leve, ajustada, para que siendo beneficiosa para mis seres queridos y para mi mismo, no lo fuese tanto como para cambiar el curso soñado de las cosas.

Otra de las conclusiones fue que aunque supiera que habría un terremoto en cualquier lugar del mundo, no podía decir nada al respecto. O eso, o mi vida sería un infierno. Así que en pocos días tuve claro que tanta sabiduría era asimismo un regalo envenenado.

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