10110 (9)
Dubitativo, contesté:
–Sí, la intuyo...
Empezaba a caer la tarde. Nos dimos la mano y nos fundimos en un abrazo. Los dos éramos conscientes de que el sendero que habíamos elegido no tenía retorno.
De regreso, mientras conducía, hice una valoración general. Los proyectos efervescentes de hace un año están bien definidos. Hasta el momento, cada uno había cumplido las estipulaciones establecidas. Por mi parte, no albergo ninguna duda de que seguirá siendo así en el futuro. Presupongo que las dificultades serán enormes, pero la voluntad ha tomado el mando.
Respecto a la insistencia de Andrés acerca de nuestro designio común, solo queda esperar. Según dice, el plazo para su resolución coincidirá con la mutua consecución de objetivos. Ya veremos. Me parece que lo que explica su terca fijación en esa idea reside en su manera contradictoria de ver la realidad, en su búsqueda por comprender el entramado en el que vive inmerso, siendo así que prefiere el hálito del destino a la ciega mecánica del azar. El hecho de estar en un listado de comportamientos y sucesos le otorga seguridad y, además, le ayuda a digerir las vicisitudes vitales, como si el fatalismo que distingue al azar en sus connotaciones dolorosas, se trocase en motivo ininteligible pero aceptable bajo el manto del destino.”
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Dubitativo, contesté:
–Sí, la intuyo...
Empezaba a caer la tarde. Nos dimos la mano y nos fundimos en un abrazo. Los dos éramos conscientes de que el sendero que habíamos elegido no tenía retorno.
De regreso, mientras conducía, hice una valoración general. Los proyectos efervescentes de hace un año están bien definidos. Hasta el momento, cada uno había cumplido las estipulaciones establecidas. Por mi parte, no albergo ninguna duda de que seguirá siendo así en el futuro. Presupongo que las dificultades serán enormes, pero la voluntad ha tomado el mando.
Respecto a la insistencia de Andrés acerca de nuestro designio común, solo queda esperar. Según dice, el plazo para su resolución coincidirá con la mutua consecución de objetivos. Ya veremos. Me parece que lo que explica su terca fijación en esa idea reside en su manera contradictoria de ver la realidad, en su búsqueda por comprender el entramado en el que vive inmerso, siendo así que prefiere el hálito del destino a la ciega mecánica del azar. El hecho de estar en un listado de comportamientos y sucesos le otorga seguridad y, además, le ayuda a digerir las vicisitudes vitales, como si el fatalismo que distingue al azar en sus connotaciones dolorosas, se trocase en motivo ininteligible pero aceptable bajo el manto del destino.”
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