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¿Qué había pasado? No tardé en obtener una respuesta. Imbuido en mis pensamientos, no había reparado en la presencia de Andrés, inmóvil en la entrada de la habitación. Fue una coincidencia que se velase la luna al detectar su presencia, pero al igual que un epiléptico presiente la llegada de una crisis, un sexto sentido me advertía que tenía que estar vigilante. La súbita lobreguez había endurecido los rasgos del rostro de Andrés. Definitivamente, ya nada me parecía inocente. La escena daba paso a la interpretación de ciertas claves. Deduje que mi presencia en el interior de la vieja escuela no era el fruto de mi insistencia, ni de mi capacidad de convicción. Tampoco se debía a la amabilidad de Andrés. Desconocía las razones por las que me había dejado entrar. Ahora solo restaba esperar los acontecimientos.
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¿Qué había pasado? No tardé en obtener una respuesta. Imbuido en mis pensamientos, no había reparado en la presencia de Andrés, inmóvil en la entrada de la habitación. Fue una coincidencia que se velase la luna al detectar su presencia, pero al igual que un epiléptico presiente la llegada de una crisis, un sexto sentido me advertía que tenía que estar vigilante. La súbita lobreguez había endurecido los rasgos del rostro de Andrés. Definitivamente, ya nada me parecía inocente. La escena daba paso a la interpretación de ciertas claves. Deduje que mi presencia en el interior de la vieja escuela no era el fruto de mi insistencia, ni de mi capacidad de convicción. Tampoco se debía a la amabilidad de Andrés. Desconocía las razones por las que me había dejado entrar. Ahora solo restaba esperar los acontecimientos.
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