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La habitación quedó embebida de una tonalidad dorada que facilitó la observación de todos los detalles. La percepción de que el tiempo se había detenido en aquel lugar se convirtió en una firme convicción, desencadenando un agitado cálculo de probabilidades y sinuosas incertidumbres. ¿Qué había pasado allí?
El siguiente impacto fue la resolución de una adivinanza inesperada: encima del escritorio había un sobre cerrado, el mismo que dejé al abandonar la escuela. En su interior había una carta de despedida dirigida a mis compañeros de antaño. Nadie la había abierto. Después de los años transcurridos se invertía el proceso y se suscitaba un enigma. Abrí el sobre y leí el contenido del escrito: “Amigos, no dejaré que la amistad se pierda entre la memoria y el olvido. Os recordaré a menudo, reviviré las aventuras, las bromas y las risas. Y, a cambio, solo voy a pediros una cosa: ¡haced lo mismo!”
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La habitación quedó embebida de una tonalidad dorada que facilitó la observación de todos los detalles. La percepción de que el tiempo se había detenido en aquel lugar se convirtió en una firme convicción, desencadenando un agitado cálculo de probabilidades y sinuosas incertidumbres. ¿Qué había pasado allí?
El siguiente impacto fue la resolución de una adivinanza inesperada: encima del escritorio había un sobre cerrado, el mismo que dejé al abandonar la escuela. En su interior había una carta de despedida dirigida a mis compañeros de antaño. Nadie la había abierto. Después de los años transcurridos se invertía el proceso y se suscitaba un enigma. Abrí el sobre y leí el contenido del escrito: “Amigos, no dejaré que la amistad se pierda entre la memoria y el olvido. Os recordaré a menudo, reviviré las aventuras, las bromas y las risas. Y, a cambio, solo voy a pediros una cosa: ¡haced lo mismo!”
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