Todo el material reunido por Allan en relación a estos temas se encuentra en un único ordenador, un Spectrum que conecta en muy contadas ocasiones. Parece, por tanto, que estos escritos son atalayas de una etapa cerrada, aunque fueron un hilo conductor en su devenir posterior. Allan alcanzó un cierto nivel de convencimiento en lo relativo a la fenomenología espiritista, pero no puso su mano en la pira doctrinal. Separó el fenómeno como elemento objetivo de su teórica interpretación y significado. Lo resumió así: “una cosa es aceptar determinados fenómenos inexplicables a la razón convencional, y otra, que puedan vincularse a los espíritus de los muertos.”
No voy a tomar partido en estas cuestiones. Nunca tendré la oportunidad de valorar de un modo fehaciente la realidad como fenómeno, ni tampoco la doctrina que lo sustenta, de ninguna de las particulares manifestaciones subjetivas atribuidas a la energía mental del hombre, a su alma, o a su espíritu.
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No voy a tomar partido en estas cuestiones. Nunca tendré la oportunidad de valorar de un modo fehaciente la realidad como fenómeno, ni tampoco la doctrina que lo sustenta, de ninguna de las particulares manifestaciones subjetivas atribuidas a la energía mental del hombre, a su alma, o a su espíritu.
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