01110 (5)
Una tarde de 1949, Alan Turing estaba conversando con su colega M.H.A. Newman. El tema era el habitual: la Máquina y sus futuras actividades. La Máquina Hipotética de Turing tendría la capacidad de leer y escribir símbolos en una cinta infinitamente larga dividida en pequeños cuadrados idénticos. Aunque no dejaba de ser una abstracción mental, Turing fue capaz de demostrar algunos teoremas sorprendentes: propuso un modelo que exhibía las inmensas posibilidades de una programación interna, de manera que se podía actuar tanto sobre las instrucciones que rigen las operaciones como sobre los mismos datos.
Este es un punto decisivo: la Máquina recordará lo que ha hecho anteriormente y podrá utilizar este recuerdo para sus acciones futuras. Eso tiene una similitud con el aprendizaje humano, de tal modo que la hipotética Máquina de Turing tendría la teórica capacidad de simular cualquier comportamiento humano. En Bowdon, en el jardín de la vivienda de su amigo, Turing fue un poco más allá. Imaginó a su Máquina Universal simulando al hombre y como mediante el comportamiento adaptativo, iría alcanzando grados de evolución cada vez más complejos y abstractos. Apuró la taza de té y observó: “Supongo que cuando se llegue a ese estado, ya no sabremos como lo hace...” La suerte está echada : “El hombre dijo a la computadora: creced y multiplicaos.”
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Una tarde de 1949, Alan Turing estaba conversando con su colega M.H.A. Newman. El tema era el habitual: la Máquina y sus futuras actividades. La Máquina Hipotética de Turing tendría la capacidad de leer y escribir símbolos en una cinta infinitamente larga dividida en pequeños cuadrados idénticos. Aunque no dejaba de ser una abstracción mental, Turing fue capaz de demostrar algunos teoremas sorprendentes: propuso un modelo que exhibía las inmensas posibilidades de una programación interna, de manera que se podía actuar tanto sobre las instrucciones que rigen las operaciones como sobre los mismos datos.
Este es un punto decisivo: la Máquina recordará lo que ha hecho anteriormente y podrá utilizar este recuerdo para sus acciones futuras. Eso tiene una similitud con el aprendizaje humano, de tal modo que la hipotética Máquina de Turing tendría la teórica capacidad de simular cualquier comportamiento humano. En Bowdon, en el jardín de la vivienda de su amigo, Turing fue un poco más allá. Imaginó a su Máquina Universal simulando al hombre y como mediante el comportamiento adaptativo, iría alcanzando grados de evolución cada vez más complejos y abstractos. Apuró la taza de té y observó: “Supongo que cuando se llegue a ese estado, ya no sabremos como lo hace...” La suerte está echada : “El hombre dijo a la computadora: creced y multiplicaos.”
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