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Una idea es una bala sin destino que a veces da en el blanco. El verano siguiente al nacimiento de Ada, Lord Byron pasó una temporada en Suiza, en casa de los Shelley. Un motivo de debate fue la especulación de fabricar seres, la posibilidad de crear autómatas superiores al hombre. Aquella reunión de poetas dispuso una atmósfera que enfebreció a Mary Shelley. Unos meses después, había escrito la novela Frankenstein o el moderno Prometeo. En ella, Víctor Frankenstein es el nuevo Prometeo que recibe el fuego de la vida para crear un monstruo compuesto por pedazos de carne humana de desguace y el cerebro rapiñado a un desgraciado. La fantasía de Lord Byron fue la semilla de una novela donde la carne recosida y unas descargas eléctricas dieron vida a un botarate desesperado, pero también fue una influencia sustancial para que Ada se implicara años más tarde en la creación de un sistema de inteligencia inorgánica. En su poema “Oscuridad”, Lord Byron intuyó una luz en la lejanía: “Tuve un sueño que no era del todo un sueño...” Las mayores creaciones nacen entre sombras, en cuevas, en úteros, entre tinieblas... inmersas en la hospitalaria luz de la noche.
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Una idea es una bala sin destino que a veces da en el blanco. El verano siguiente al nacimiento de Ada, Lord Byron pasó una temporada en Suiza, en casa de los Shelley. Un motivo de debate fue la especulación de fabricar seres, la posibilidad de crear autómatas superiores al hombre. Aquella reunión de poetas dispuso una atmósfera que enfebreció a Mary Shelley. Unos meses después, había escrito la novela Frankenstein o el moderno Prometeo. En ella, Víctor Frankenstein es el nuevo Prometeo que recibe el fuego de la vida para crear un monstruo compuesto por pedazos de carne humana de desguace y el cerebro rapiñado a un desgraciado. La fantasía de Lord Byron fue la semilla de una novela donde la carne recosida y unas descargas eléctricas dieron vida a un botarate desesperado, pero también fue una influencia sustancial para que Ada se implicara años más tarde en la creación de un sistema de inteligencia inorgánica. En su poema “Oscuridad”, Lord Byron intuyó una luz en la lejanía: “Tuve un sueño que no era del todo un sueño...” Las mayores creaciones nacen entre sombras, en cuevas, en úteros, entre tinieblas... inmersas en la hospitalaria luz de la noche.
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