18-2-2010
Esta mañana, después de levantarme, tomé la decisión de tomar contacto con La Piedra. Hacía semanas que no la volvía a coger con los dedos. Tantos esfuerzos para conseguirla, y ahora vive hacinada en un rincón de la cocina. No es muy razonable eso, pero quiero tomarme las cosas con cierta calma. El reto ya está cumplido, ahora debo digerirlo de manera adecuada. Además, hay muchos textos sobre como obtener La Piedra - eso sí, muy confusos -, pero casi nada referido a su aplicación. A mi no me interesa convertir en oro barras de hierro o de plomo. En ningún momento me ha movido este interés material.
De un modo inesperado, la acerqué a la punta de mi lengua. A los pocos segundos, mi lengua recorrió una pequeña parte de su superficie. Cerré los ojos, durante casi un minuto. Una emoción palpitante me impidió hacer un análisis objetivo en aquel momento. Al retirar La Piedra de mi lengua, al pasar mis dientes por encima de la misma, noté la textura de un polvillo.
- Ya no hay marcha atrás - me dije -.
Llené un vaso de agua. La bebí a sorbos. Me la iba tragando mientras pensaba que aquella pequeñísima parte de materia pristina, se incrustaría en lo más recóndito de mi organismo para convertirse en luz oscura, una luz que, siendo ciega, lo ilumina todo.
-
Esta mañana, después de levantarme, tomé la decisión de tomar contacto con La Piedra. Hacía semanas que no la volvía a coger con los dedos. Tantos esfuerzos para conseguirla, y ahora vive hacinada en un rincón de la cocina. No es muy razonable eso, pero quiero tomarme las cosas con cierta calma. El reto ya está cumplido, ahora debo digerirlo de manera adecuada. Además, hay muchos textos sobre como obtener La Piedra - eso sí, muy confusos -, pero casi nada referido a su aplicación. A mi no me interesa convertir en oro barras de hierro o de plomo. En ningún momento me ha movido este interés material.
De un modo inesperado, la acerqué a la punta de mi lengua. A los pocos segundos, mi lengua recorrió una pequeña parte de su superficie. Cerré los ojos, durante casi un minuto. Una emoción palpitante me impidió hacer un análisis objetivo en aquel momento. Al retirar La Piedra de mi lengua, al pasar mis dientes por encima de la misma, noté la textura de un polvillo.
- Ya no hay marcha atrás - me dije -.
Llené un vaso de agua. La bebí a sorbos. Me la iba tragando mientras pensaba que aquella pequeñísima parte de materia pristina, se incrustaría en lo más recóndito de mi organismo para convertirse en luz oscura, una luz que, siendo ciega, lo ilumina todo.
-