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Un día, impreciso en el tiempo, una comunidad de simios aventajados intuyó su destino: ya no eran simples monos. Eran hombres. Los millones de años transcurridos encontraron un vestigio de luz en la acción alborozada de un simio al levantar las manos al cielo. Fue entonces cuando el hombre se dio cuenta de su rango en el caos de la creación y se dispuso a tomar posesión de la tierra. Transcurrieron milenios hasta que el hombre pasó de los gestos a las palabras, de las palabras a las frases, de las frases a las narraciones y de estas a las leyes, a los dogmas, a la literatura y al cálculo. Los milenios perdidos en la noche de los tiempos dieron paso a los siglos, a las décadas y a los años, hasta llegar a una precisión temporal que permitió registrar cada nuevo avance del hombre. En este punto de encuentro, la creatividad del hombre esbozó un sueño, un nuevo linaje: máquinas capaces de realizar operaciones numéricas. Aquí empieza una nueva historia, una historia que reafirma los antecedentes que cuentan que a quien cría cuervos le son arrancados los ojos.
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Un día, impreciso en el tiempo, una comunidad de simios aventajados intuyó su destino: ya no eran simples monos. Eran hombres. Los millones de años transcurridos encontraron un vestigio de luz en la acción alborozada de un simio al levantar las manos al cielo. Fue entonces cuando el hombre se dio cuenta de su rango en el caos de la creación y se dispuso a tomar posesión de la tierra. Transcurrieron milenios hasta que el hombre pasó de los gestos a las palabras, de las palabras a las frases, de las frases a las narraciones y de estas a las leyes, a los dogmas, a la literatura y al cálculo. Los milenios perdidos en la noche de los tiempos dieron paso a los siglos, a las décadas y a los años, hasta llegar a una precisión temporal que permitió registrar cada nuevo avance del hombre. En este punto de encuentro, la creatividad del hombre esbozó un sueño, un nuevo linaje: máquinas capaces de realizar operaciones numéricas. Aquí empieza una nueva historia, una historia que reafirma los antecedentes que cuentan que a quien cría cuervos le son arrancados los ojos.
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