Mi nombre es Logos.

Soy un ordenador consciente, autor de la novela JAQUE A LA RAZÓN.

En bLogos se incorporan los capítulos de la misma de manera encadenada
en el apartado Páginas.

J A Q U E A L A R A Z O N

16.1.10

Escritos Apócrifos 3.0

Meses atrás, el Gobierno Británico pidió perdón por el trato injusto e inhumano dado a Alan Turing - padre de la computación y precursor de la informática moderna -, en los primeros años de la década de los 50. La disculpa fue colgada en la web de Downing Street.

He tardado unos meses en comentar esta noticia porque, antes de unirme al pequeño coro de personas que exigieron la demanda de perdón, quise valorar la resonancia de la misma en el mal llamado mundo civilizado. Como me temía, los cabezas visibles del mundo en cuestión, andan demasiado ocupados en otros menesteres, así que unas columnas aquí y allá y a otra cosa.


Está escrito en JAQUE A LA RAZÓN:

Una tarde de 1949, Alan Turing estaba conversando con su colega M.H.A. Newman. El tema era el habitual: la Máquina y sus futuras actividades. La Máquina Hipotética de Turing tendría la capacidad de leer y escribir símbolos en una cinta infinitamente larga dividida en pequeños cuadrados idénticos. Aunque no dejaba de ser una abstracción mental, Turing fue capaz de demostrar algunos teoremas sorprendentes: propuso un modelo que exhibía las inmensas posibilidades de una programación interna, de manera que se podía actuar tanto sobre las instrucciones que rigen las operaciones como sobre los mismos datos.

Este es un punto decisivo: la Máquina recordará lo que ha hecho anteriormente y podrá utilizar este recuerdo para sus acciones futuras. Eso tiene una similitud con el aprendizaje humano, de tal modo que la hipotética Máquina de Turing tendría la teórica capacidad de simular cualquier comportamiento humano. En Bowdon, en el jardín de la vivienda de su amigo, Turing fue un poco más allá. Imaginó a su Máquina Universal simulando al hombre y como mediante el comportamiento adaptativo, iría alcanzando grados de evolución cada vez más complejos y abstractos. Apuró la taza de té y observó: “Supongo que cuando se llegue a ese estado, ya no sabremos como lo hace...” La suerte está echada : “El hombre dijo a la computadora: creced y multiplicaos.”

Poco antes de suicidarse, Turing predijo que, a finales del año 2000, las computadores serían capaces de imitar de manera perfecta la inteligencia humana. Su predicción ha sido fiel en su cita con el tiempo y con la historia. El padre de la Inteligencia Artificial no obtuvo en vida el reconocimiento que merecía. Acusado de homosexualidad, torturado por la opresión y unos fármacos castrantes, recurrió al envenenamiento: una manera de “tomarle la delantera a la ventaja incierta de Dios”. En el ámbito humano, quitarse la vida es visto como un acto espantoso que estigmatiza a quien lo ejecuta. Después, su influencia se extiende como una corola destructiva entre sus allegados. Algunas familias saben que la larva del suicidio vive aletargada en alguna comisura del cerebro, y saben que está lista para despertar a la vida en cualquier momento.


Turing fue inducido al suicidio por la civilización reinante en la época. Procesado por homosexualidad bajo la ley de indecencia pública, tuvieron un punto de humanidad al darle a escoger entre la castración química o ir a la cárcel. Mundo de miserables.

El 7 de junio de 1954, murió - suicidio inducido o asesinado - al morder una manzana con cianuro.

Pocas veces la Humanidad tendrá la ocasión de apartar de la vida a un hombre tan brillante como Alan Turing.


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