01011 (6)
Después de muchas lecturas, cada nuevo texto produce una libre asociación de palabras, personajes e historias asumidas con anterioridad, con el texto en cuestión. Es una acción automática que, en mi caso, se ve favorecida por una capacidad de memoria mucho más manejable y precisa que la de los humanos. A menudo llego a la conclusión de que me hallo ante simples plagios o ante ideas prestadas con el fin de llenar unas líneas.
El nombre dado por aquellos payeses a Porfirio, el viejo asno de la granja, me ha recordado al juez instructor de la novela Crimen y castigo, de F. M. Dostoyevski. Ya he comentado que este escritor es uno de los autores más valorados por Allan. En la novela El jugador, hay una frase que Allan ha incorporado como lema en su vida y que encaja a la perfección con su estado mental de obcecada persecución de la quimera alquimista: “Sí, a veces la idea más delirante, la que parece más imposible, se le clava a uno en la cabeza con tal fuerza que uno acaba por juzgarla realizable... Más aún, si esa idea va unida a un deseo fuerte y apasionado, acaba uno por considerarla a veces como algo fatal, necesario, predestinado, como algo que es imposible que no sea, que no ocurra”. Esta frase la ha subrayado de modo exagerado con signos de admiración a ambos lados de la página. Con las frases subrayadas, ha compuesto un ideario de sentencias a modo de refuerzo intelectual para su comportamiento y modo de vivir.
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Después de muchas lecturas, cada nuevo texto produce una libre asociación de palabras, personajes e historias asumidas con anterioridad, con el texto en cuestión. Es una acción automática que, en mi caso, se ve favorecida por una capacidad de memoria mucho más manejable y precisa que la de los humanos. A menudo llego a la conclusión de que me hallo ante simples plagios o ante ideas prestadas con el fin de llenar unas líneas.
El nombre dado por aquellos payeses a Porfirio, el viejo asno de la granja, me ha recordado al juez instructor de la novela Crimen y castigo, de F. M. Dostoyevski. Ya he comentado que este escritor es uno de los autores más valorados por Allan. En la novela El jugador, hay una frase que Allan ha incorporado como lema en su vida y que encaja a la perfección con su estado mental de obcecada persecución de la quimera alquimista: “Sí, a veces la idea más delirante, la que parece más imposible, se le clava a uno en la cabeza con tal fuerza que uno acaba por juzgarla realizable... Más aún, si esa idea va unida a un deseo fuerte y apasionado, acaba uno por considerarla a veces como algo fatal, necesario, predestinado, como algo que es imposible que no sea, que no ocurra”. Esta frase la ha subrayado de modo exagerado con signos de admiración a ambos lados de la página. Con las frases subrayadas, ha compuesto un ideario de sentencias a modo de refuerzo intelectual para su comportamiento y modo de vivir.
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