Revelaciones 7.2

Una vez que ha pasado el otoño y el invierno, Allan ha mudado algunos comportamientos incomprensibles y, al menos, sale de casa con cierta frecuencia, aunque sea por unas horas. En los últimos seis meses ha habido períodos en que ni ha pisado la calle. Siete, diez, incluso en enero de este año, veintitrés días sin salir. Es de locos. Eso sí, vive muy bien, con la nevera repleta, escribiendo mucho, viendo series y películas, leyendo, jugando al poker y al ajedrez, escuchando música, mirando el Barça, etc.

En su día, que por su demencia alquimista pasará largos períodos enclaustrado, se me hacía entendible. Pero la dinámica actual es bastante absurda. Pero ahora, con el sol luminoso de la primavera, con el cielo azul que bruscamente se torna en tormenta, sus salidas serán más habituales. Las aprovecharé para aquellas acciones que solo son posibles en estricta soledad.

Esta mañana ha pisado el paisaje de Marata, acercándose hasta el pequeño cementerio. Las estaciones de ferrocarril, santuarios, ermitas y cementerios son sus lugares de peregrinación.

Todo el tiempo ha estado amenizado por la música de Screaming Trees, del álbum Uncle Anesthesia.