Jaque al Sistema tiene en demasiadas ocasiones una prosa alambicada.
La biografía de una persona
empieza mucho antes de su alumbramiento o de su concepción. El período uterino
sirve para desplegar un código genético fascinante, pero hay elementos
invisibles al microscopio que navegan por la sangre a toda vela. La complejidad
de la biología se imbrica con códigos intelectuales y sociales. Historias,
familias, órdenes y dramas se esconden sumergidos en el plasma sanguíneo y solo
sacan la cabeza para marcar nuestras vidas. No hay redención posible, solo una
amputación salvaje podría salvarnos de ciertos abismos, aunque ello implique
vivir en un limbo castrante.
La mayoría de las familias tienen
un horizonte cercano de sus antepasados. Cuando escarban en el pasado y se
llega a los bisabuelos, entonces una densa niebla impide ver más allá de alguna
anécdota o detalle personal. En lo
concerniente a mi familia, el peso de la púrpura es excesivo. Desde una santa a
un templario, de guerreros en las Cruzadas hasta hombres de confianza en las más altas
instancias políticas. Matrimonios reputados y recomendaciones reales. Podría seguir, llenar páginas y páginas de personajes
que se remontan mil años atrás y que abren un cortejo que llega hasta nuestros días. Desconozco que nos depara el siglo XXI, aunque por mi parte intentaré dejar
un rastro indeleble.