Escritos Espurios 28.7

Que ahora salga el President Mas llenándose la boca con las buenas prácticas políticas, con la intención de elevar -lo que en el 2001 fue un redactado de buenas intenciones- a rango de ley, es demostrativo de la estupidez del personaje. No es hora de palabrería, es hora de dimisiones, denuncias y condenas.

El President Mas asemeja a un niño de trece años internado en una escuela de jesuitas -de los de antes-, haciendo complots con sus compañeros de habitación. Es fácil deducir como acabarán sus proyectos: con una buena hostia en los morros.