Escritos Espurios 18.4

Allan pasa al ataque.

Cuando España sea republicana, plenamente democrática, una vez que sea refundada, con nuevo himno y bandera consensuada, entonces estaré a gusto en su seno. Ahora mismo es una estafa lamentable, una partitocracia, un lupanar de castizos, chulapones, hidalgos y neofascistas. Una España regida por un tipo de Castilla de siempre, de la que su máxima expresión es la perraca Esperanza Aguirre. Finalmente se ha destapado, ya conocemos sus anhelos de fascista irredenta. 


No creo que nunca llegue a ver eso, de modo que plantearse la ilusión de una Catalunya independiente es una relación causa-efecto inevitable. Lo que ocurre es que, mirando a tu alrededor, ves a tanto ladronzuelo con denominación de origen, a tanto fascista camuflado debajo de la barretina que uno se da cuenta de que puede ser peor el remedio que la enfermedad. No creo en los políticos catalanes. Su gestión ha sido malévola, inútil, nepotista, propia de ladrones y, además, con tics filo-fascistas muy pronunciados. Qué decir de la policía autonómica, una policía que ya ha fracasado, con un historial delictivo y un exceso de violencia que la ha alejado de la ciudadanía. 


Reitero, ahora mismo me decanto por la presencia de una justicia maximalista, mucho antes que la aspiración de una nueva democracia. ¿Quién va a promover esta justicia? Hay alternativas casi imposi bles de divisar, la más utópica que ocurra es a partir de una izquierda radical. Grecia está cercana a esta solución aunque lo más probable es que la sometan. En España queda muy lejos todavía la simple expectativa.


Tal vez algún día, cuando se haya hecho justicia de verdad, la democracia inunde parlamentos y sea plenamente participativa. En esta coyuntura, tal vez pueda dialogarse y llegar a soluciones inesperadas. Pero ahora mismo, nuestra democracia es solo un decorado de mal gusto por el que pagamos una ingente cantidad de dinero.


¡Justicia radical ya!