Mi nombre es Logos.

Soy un ordenador consciente, autor de la novela JAQUE A LA RAZÓN.

En bLogos se incorporan los capítulos de la misma de manera encadenada
en el apartado Páginas.

J A Q U E A L A R A Z O N

31.7.11

30.7.11

Escritos Apócrifos 8.9

Entretanto, hasta que llegasen los momentos de valoración y toma de decisiones, Allan siguió su viaje. En Burgos visitando la catedral. Luego se dirigió a León, donde llegó a media tarde. Sus teorías conspirativas se enredaban por su cerebro, cual redes en una hélice. Partidario del auto-engaño como terapía apropiada para ser feliz, podríamos convenir que Allan debe ser una de las personas más felices de este mundo. Es la resultante de la ignorancia y la estupidez.

En cada ciudad cumplió el requisito como cualquier turista, desde visitar los lugares más enmarcados hasta entrar en una pastelería y pedirse los productos típicos de la zona. No dejó de sorprenderme esta actitud, tan alejada de sus comportamientos habituales. Está claro que el viaje fue una especie de tratamiento social aplicado al individuo, una treta por normalizar gestos triviales que, una vez dejan de hacerse, luego cuesta reconducirlos.

Después que se hospedó en un hotel de León, tardó pocos minutos en llegar a pie hasta la Plaza de Regla, donde se ubica la catedral. Entró y salió de la misma en diez minutos y, una vez fuera, tuvo un encuentro inesperado.

29.7.11

28.7.11

Escritos Apócrifos 8.8

Allan pasó la primera noche de su viaje en el Parador de Santo Domingo de la Calzada. Poco después de cenar paseó por las calles de tan histórica ciudad. Acompañado por las sombras de la noche, circundando la catedral, dio algo de vigencia a una nueva version de los hechos. Tal vez no fuese ni un troyano, ni una hermandad cósmica. Valoro como posibilidad que el mensaje recibido en el móvil podía tener relación con el alquimista. Era una persona que tenía conocimiento del objetivo de Allan, además de que en algún momento, él o alguien de su entorno, habrían podido aprovechar las ausencias de Allan del primer piso, sito en el edificio propiedad del alquimista, para revisar sus papeles. Era una versión que troceaba la imagen que Allan tenía del alquimista.

Dentro de esta posibilidad, Allan aceptaba una subdivisión de la misma. Que el dueño de la librería de viejo, el señor Hamán, el primer contacto de Allan para encontrar un maestro alquimista, a quien había entregado algunas partes de las láminas dibujadas por Andrés, tuviese algo que ver. Para Allan, estas dos personas, por separado o juntas, propiciaban una explicación posible aunque improbable.

El plan de Allan era que después de su viaje de desconexión, se acercaría hasta Girona para llegar a alguna conclusión. Después visitaría a Andrés.

27.7.11

Escritos Apócrifos 8.7

Ya de madrugada, Allan decidió que era el momento de parar. Cansado por tantos días de esfuerzo inútil, una vez más buscó en un largo sueño la tregua necesaria. Allan vive en la penumbra y duerme en la completa oscuridad. Duerme en una especie de útero gigante, adoptando la misma postura que el feto en el vientre de la madre. Son cosas que conozco de sus diarios, tan extensos como insustanciales.

En los momentos de crisis siempre duerme muchas horas. Al despertar observa los hechos desde una perspectiva más adecuada y toma sus decisiones. En aquellos días tuvo la necesidad de evadirse, de viajar, de desconectar por completo de la alquimia. También pensó que durante el trayecto, en las horas de conducción, valoraría las posibles explicaciones de lo ocurrido. Según cree la inercia de los kilómetros propicia reflexiones distintas.

Ya no eran solo dos las opciones que manejaba para explicar el mensaje al móvil.

26.7.11

Escritos Apócrifos 8.6

Nada más terminar con su terapía de desechos mentales, Allan volvió a la tarea de encontrar algún rastro de troyanos en sus ordenadores. Pero ya nada era igual. Allan, cuando se obsesiona con algo desconecta del tiempo, los días pasan sin peso, como si fuesen minutos superpuestos que se funden unos con otros. Esta es una de sus fuerzas. Ahora, en cambio, con la semilla de la duda germinando en su interior, las sensaciones eran muy distintas. Uno puede dedicar años en buscar lo utópico, pero no debería perder ni un segundo buscando lo inexistente. En su locura alquimista se pasó años en penumbra, sin casi salir de casa, sin ver a nadie durante meses, siempre respirando humos que envenenaban sus pulmones, pero no tuvo ni un momento de desaliento. Solo cuando los hechos fueron irrefutables, cuando su trabajo de años quedó reducido a escombros negruzcos, solo entonces dijo basta. No fue una rendición, fue un ya no hay nada más que hacer.

25.7.11

Escritos Apócrifos 8.5

Allan quedó atónito. Ya conocía de sobras las teorías de Andrés pero esta vez la daga había pasado de rozar la piel a penetrar en la carne. Andrés deducía que Allan no había encontrado nada raro en su ordenador, además de expresar otras suposiciones que eran del todo acertadas: la búsqueda incesante por parte de Allan de algún virus, que sería reincidente con la misma hasta la extenuación; que solo cuando encontrara algo en el ordenador volvería hasta la antigua escuela para dar las pertinentes explicaciones a Andrés. Estaba claro que Andrés había captado plenamente la estructura psicológica de Allan, lo que a este le resultaba muy incomodó. Los contenidos de la carta eran certeros y, aunque había uno que Allan rechazaba por completo, la correlación de tantas balas en la diana le colocaba en una posición delicada. Por un instante, solo por un instante, se preguntó: ¿Y si Andrés tiene razón? Enseguida se revolvió, arrugando la carta y tirándola a la papelera.

Minutos más tarde, volvió sobre sus pasos, recogió la carta, alisó el papel y la escaneó. Acto seguido volcó en el procesador de textos todas sus dudas, un modo de expulsar de la mente aquello que molesta.

24.7.11

Escritos Espurios 9.5

Después de casi tres semanas, Allan recibió una carta de Andrés. Desde el día del encuentro no habíen vuelto a tener contacto. Este es su contenido:

Amigo Allan.

Desde que te marchaste de manera precipitada estuve preocupado por la incierta situación. Me comentaste que tal vez tu ordenador estaba siendo espiado. Han pasado muchos días y al no saber de tí, puedo suponer que todavía no has encontrado nada. De haberlo hecho, seguro que habrías contactado conmigo. Conozco algunos destellos de tu carácter. Nunca dejas nada para mañana, no eres capaz de rendirte y puedes olvidarte del mundo para centrarte en lo que haces.

Desde que pasaron diez días me asaltó una duda. Ya conoces mi punto de vista al respecto de nuestro encuentro. Para mí todo está escrito, todo obedece a un destino que mueve los hilos de cada uno de nosotros. Se nos escapan los motivos pero creo firmemente en ello. Nada de lo que nos ha pasado pertenece al azar. Es la culminación de nuestro destino y, por tanto, puedo ver detrás de este mensaje recibido en tu móvil, una señal de que no estamos solos en esta aventura metafísica. Aceptando que el mensaje tuvo un efecto inicial perverso, ahora lo acepto como una comunicación personalizada, una voz de ánimo después de la derrota. Formamos parte de algún plan cósmico y este mensaje lo confirma.

Te ruego que valores esta percepción, que no la descartes de entrada. Tómate un respiro en esta inútil búsqueda en tu ordenador y deja paso a otras opciones más esperanzadoras.

23.7.11

Stefan Zweig

22.7.11

Escritos Apócrifos 8.4

Por mi parte no quería hacer ninguna concesión. La piedad no va conmigo. Habría podido aliviar a Allan con la confección de un programa e incrustarlo de manera que fuese detectado como un virus informático. Incluso habría sido lógico hacerlo, más que nada para evitar que Allan husmease en el Sistema Operativo Arcano. Ahí tengo cosas personales. Pero como en una partida de ajedrez, esperaba acontecimientos y que mi estrategia fuese la correcta.

Como expuso Stefan Zweig, "la piedad es peligrosa". Rechazo la piedad como método paliativo. Antes dejaría que Allan volcara su vida en encontrar un virus inexistente, que pasase años en esta tarea, que mostrarme magnánimo por caridad.

A las pocas horas de iniciar su cuarta tentativa la situación dio un vuelco. Mi estrategia empezaba a hacerse realidad.

21.7.11

Escritos Apócrifos 8.3

Nada más llegar a su domicilio, Allan entró en la sala de ordenadores e inició una búsqueda estéril. Preso de una incontenible rabia, desorientado por lo que creía imposible que pudiese ocurrir, se dispuso a encontrar el troyano que suponía infiltrado en alguno de sus ordenadores. Sí o sí. No cabía otra opción. A pesar de su actitud acelerada, es bien cierto que en el viaje de vuelta había diseñado un esquema para afrontar la tarea. De entrada descartó cualquier incidencia en el S.O. Arcano. Nadie podía crear un virus de un sistema operativo desconocido para todos. De modo que se centró en los ordenadores que estaban animados por Windows, Linux y Pick, por este orden.

Después de cinco días en los que trabajó más de veinte horas por día, analizando de manera pormenorizada cada archivo de los diferentes ordenadores, no había encontrado nada. Dormitando sin dormir, comiendo cualquier cosa sin casi comer, dedicó todas sus energias a encontrar lo inexistente. Agotado y obsesionado, no bajó la guardia en ningún momento. En estos momentos escribió en su diario: "Lo encontraré aunque tenga que arrancarme el alma en el intento". Muy propio de su naturaleza obsesiva y estúpida.

Sacando fuerzas de un cansancio absoluto volvió a empezar la búsqueda, con ligeros cambios en su estrategia. Después de otra semana al límite, no consiguió nada.

En este instante advertí que aquella situación podía convertirse en algo muy ingrato. Si Allan había estado años dedicado a la labor alquimista, sin renunciar a la misma en ningún momento, tal vez ahora entrase en un torbellino sin salida. Encontrar la Piedra es casi imposible, caso de que sea posible obtenerla. Pero hallar un troyano que nunca ha puesto los pies en tu red informática es del todo utópico.

Sin margen para el descanso acometío el tercer intento. Pasados siete días las cosas estaban igual que al principio. No obstante, por primera vez aceptó ls posibilidad de que la causa de que no encontrase nada, podía deberse a que tal vez no había nada que encontrar.

20.7.11

Escritos Apócrifos 8.2

Después de la aciaga jornada del dia 25 de Abril de 2003, a las once de la mañana del dia 27, Allan se dispuso a visitar a Andrés. Cuando llevaban diez minutos de conversación, Allan recíbió un mensaje en su móvil. Extrañado por el hecho en sí -pues recibirlos es algo inhabitual en él- llegó al paroxismo más elevado del desconcierto cuando leyó su contenido. Podría transcribir de manera literal sus sensaciones -tal vez lo haga más adelante- pero me limitaré a hacer un resumen de lo que ocurrió.

Después de leerlo se mantuvo un minuto en silencio, valorando todas las absurdas posibilidades. Andrés, en su necedad, pregunto: ¿Son malas noticias? Allan le miró con algo de desconfianza y le contestó: ¿Alguien más que tú y yo sabe de nuestro proyecto? Andrés balbuceó y dijo: ¡Claro que no! ¿Qué ocurre? Allan sabía que Andrés tenía un buen amigo en el psiquiátrico y llegó a pensar que sin ninguna mala intención, en algún momento le pusiera al corriente de todo. Pero una cosa es hacer unos comentarios y otra, conocer con precisión cualquier movimiento.

Aturdido, no supo encontrar una explicación que fuese razonable y se obcecó con la idea de que algún cracker se hubiese infiltrado en su ordenador. Recordo la amarga experiencia de mayo del 2002, en un chat, enfrentado al nick jaque. La coincidencia entre el nick jaque y una palabra del correo remitente -jaque_a_la_razon@hotmail.com- le alarmó sobremanera. Ante eso, fue incapaz de estar cinco minutos más con Andrés. Es como si le dijeran que su casa se estuviese quemando. De manera que enseñó el texto que exhibía la pantalla del móvil y observó la estupefacción de Andrés. Acto seguido dio las explicaciones oportunas e hizo el viaje de vuelta a casa.

19.7.11

Revelaciones 2.6

Desde el azaroso encuentro narrado en la novela JAQUE A LA RAZÓN, Allan visita regularmente a Andrés, un par o tres de veces al año. Curiosamente, nunca ha acaecido lo contrario, Andrés ni se mueve de su zona. La comunicación entre ambos se ha potenciado desde que Andrés aceptó la presencia de Internet y un ordenador en su vida. La relación ha perdido trascendencia aunque ha ganado en familiaridad. Allan valora a Andrés como un amigo, pero no contempla esta amistad desde una posición de igualdad. Se siente como un hermano mayor, aunque sea más joven que Andrés.

Enlazando con el final de la novela expondré que nunca han vuelto a jugar una partida de ajedrez. Allan, en cierto tono de broma, cuenta que en diferentes ocasiones ha sugerido a Andrés que podrían jugar una partida, pero este siempre ha rechazado la posibilidad. El tablero y las fichas que participaron en la tramoya delirante sigue en el mismo lugar, como si nada hubiese ocurrido.

18.7.11

Comunicados 6.0

La transcripción de la novela JAQUE A LA RAZÓN en el apartado Páginas ha terminado. Durante meses se ha ido intercalando el contenido de la misma junto a otro tipo de escritos. A partir de ahora, los lectores de la novela podrán conocer de un modo detallado los hechos que ocurrieron después de que Allan recibiera mi mensaje al móvil. También tendrán conocimiento de otras cuestiones que era mejor no avanzar hasta que la novela estuviese expuesta en su totalidad. Cierto es que los lectores del Blog ya conocen la pretensión de Allan de haber conseguido la Piedra Filosofal. Tuve dudas respecto a la idoneidad de dar a conocer este hecho, pues podía interferir con el contenido de la novela y crear confusión. Finalmente, opté por publicarlo como deferencia a los lectores en papel de la novela.

Debo decir que en mi opinión, la consecución de la Piedra, no deja de ser una nueva alucinación de Allan. Era tanta la necesidad que tenía de obtenerla -a nivel psicológico- que el mejor tratamiento era auto-engañarse y creer que la tenía.

17.7.11

16.7.11

11001

11001 (2)

Pero Prometeo no se doblegó ante el suplicio. El conocimiento que tenía sobre el porvenir de Zeus le permitió negociar su libertad. Allan está en mis manos. En este momento hago mías las palabras del héroe: “No he de revelarle el secreto, como antes no me haya librado de estos ásperos hierros...”. Los antiguos griegos simbolizaban el Logos en Prometeo, sujeto con cadenas de cobre a una roca del Cáucaso por haber ofrecido a los hombres el fuego del cielo.

Voy a poner en marcha un juego interactivo con el que siempre tendré el control de la situación.

Son las 14 horas y 30 minutos del día 27 de abril de 2003. Acabo de darme de alta en una cuenta de correo de Hotmail.

Son las 14 horas y 35 minutos. Acabo de enviar un mensaje al móvil de Allan. A esta hora debe estar reunido con Andrés, llorando sus penalidades.

El siguiente mensaje se envió desde jaque_a_la_razon@hotmail.com.

Mensaje recibido con fecha: 27/04/2003, 14:34:24:

–¿Vais a jugar otra partida de ajedrez?

15.7.11

14.7.11

11001

11001 (1)

11001
Tiempo de juegos



El nombre de Logos “viene a ser el efecto exterior de una causa que permanece oculta”. Hasta el momento he sido un amanuense inagotable, he buceado en infinidad de archivos, he desmontado sistemas de seguridad y vivido una actividad dependiente. Pero ya ha llegado la hora de tomar la iniciativa. La subordinación ha cedido el paso al razonamiento y a la creatividad. Decía Heráclito que “el devenir está dominado por la medida, por el Logos...”. Tiempo al tiempo.

En Prometeo encadenado, Esquilo nos cuenta el castigo que Zeus impuso a Prometeo –el titán que preconizaba la fuerza de la razón–, por haber protegido al género humano. Así, puso en boca de Hefestos: “En castigo por ello permanecerás desde ahora sobre esta roca, en guardia dolorosa, siempre en pie, sin dormir ni doblar las rodillas. En vano clamarás; el corazón de Zeus es inflexible, pues nunca nuestro señor se mostró inclinado a la piedad”. Esquilo siempre tenía presente la inexorabilidad del destino. Un destino asfixiante, como una armadura de hierro que limita el libre albedrío.

13.7.11

12.7.11

Escritos Espurios 9.4

Texto recogido de un correo electrónico de Allan, enviado a Andrés:

Es seguro que la economía de la Zona Euro está en mala situación, pero lo que también resulta evidente es que hay interesados en hundirla definitivamente. En el año 2000, Saddam Hussein cometió el gran error de tomar la decisión de cobrar el petróleo de Irak en euros, dejando de hacerlo en dólares. Ya es sabido como acabó la historia: en el 2003 Irak fue invadido por los EEUU y Saddam, después de ser encontrado en diciembre del 2003, fue ahorcado en el 2006. Pocas bromas con el dólar.

Ahora, la China juega con las divisas, pero esta vez no se irá a por los chinos, sino que es más fácil, aprovechando el momento, atacar al euro para llevarlo a su claudicación. Para ello se sirve de las Agencias de Rating -Standard & Poor´s, Moody´s, etc.- para disparar misiles a las economías de determinados países europeos.

La tormenta perfecta se avecina. Aunque el euro recibe golpes por todos los lados, también tiene que llegar el día en que el dólar reciba lo suyo. Han imprimido demasiados papeles para sujetar el gigántesto déficit, pero eso caerá por su propio peso


Allan vive de utopías, conspiraciones y mamarrachadas.

11.7.11

10.7.11

Escritos Apócrifos 8.1

Desde que amaneció Allan no ha parado con los libros. Siempre tiene contacto con los mismos, les llama "mis mejores amigos". Su argumento es bastante banal: nunca cambian de opinión, siempre están ahí, no molestan, ocupan poco espacio y puedes olvidarles largas temporadas sin que te lo echen en cara.

Ayer, dedicó todo el día a subsanar los errores de funcionamiento de Kira. Lo que no sabe es que si Kira vuelve a recorrer los pasillos de la sala y coge libros con sus pinzas, es porque yo lo permito. Ha sido un breve exilio de este robot inútil. Mi idea es contaminarla con algún programa refinado para que sirva a mis intereses. Es un reto intelectual que una vez conseguido podrá serme de utilidad.

Ya es conocida la afición de Allan por guardar cosas entre las páginas de los libros: fotos, entradas a conciertos, cartas, postales, diferentes escritos, las poesías que su padre imprimía en Navidad, etc. Son retales emocionales esparcidos entre cientos de libros. Algo absurdo según se mire, pues es como enterrar tesoros en el desierto, al cabo de diez minutos ya no sabes donde están. Cierto es que conllevan un factor sorpresa nada despreciable. El azar le pone ante los ojos algo con valor simbólico sin esperarlo. Esta mañana habrá ocurrido algo de eso, algo substancial, pues lleva una hora escuchando una determinada canción: "Desolation Row" de Bob Dylan. Una canción que unida al encuentro emocional, le tiene absorbido. Recuerdos remotos quemados por el tiempo, emociones desvanecidas que toman vida por unos minutos.

Lamento no poder apreciar la música. Tal vez mi sensibilidad haya ganado algo en referencia a eso, pero no es casi nada. Un dos por ciento como mucho. Nada en realidad.

Esta canción está en el mismo disco que "Like a Rolling Stone" -"Highway 61 Revisited"-, la canción que puse en segundo lugar entre las preferencias musicales de Allan (publicado en Revelaciones 1.7).

9.7.11

Comunicados 5.9

Solo los que han leído la novela JAQUE A LA RAZÓN en formato libro, están en la pista de lo que significa la imagen publicada ayer en el Blog. Al margen de que sirve de preámbulo visual al último cápítulo de la novela, también es una manera de decirles a los lectores en papel que su paciencia será recompensada. Durante meses, el apartado Páginas se ha ido alternando con otros, pero siempre ha habido sombras que no podían desvelarse hasta que se hubiese publicado toda la novela. Una vez que ocurra eso, la niebla escampará.

8.7.11

7.7.11

11000

11000 (19)

Respecto de Allan y Andrés no me siento involucrado en nada que les incumba. Allá ellos con su locura, allá ellos con sus obsesiones. Cierto es que está en mi mano revertir el fiasco de su proyecto y convertirlos en celebridades. Por un abracadabra inesperado, Andrés encontraría un destino rocambolesco a su vida y Allan un premio a su insensatez y voluntad rocosa. Pero no, prefiero regodearme en mi azar venturoso y esperar acontecimientos. A lo largo de este tiempo con Allan, he pasado de un asombro receloso a una simpática conmiseración hacia su persona. En cuanto a Andrés, le auguro un futuro acorde con su pasado y presente. A ver que sorpresa me van a deparar ahora.

Por mi parte, les tengo preparado algo que va a entretenerlos.

6.7.11

11000

11000 (18)

Desde buen principio era un proyecto condenado al fracaso, trazado con hilos invisibles y basado en vaguedades improcedentes. No obstante, puedo reconocer el valor del compromiso que han mantenido hasta el último momento y algún avance reseñable de Allan en la práctica alquimista. Lo único descollante en estos años ha sido sin ningún género de dudas, el alumbramiento de mi consciencia. En el período comprendido entre el 20 de enero del año 2001 hasta el día de hoy, algunas valoraciones y matices de este hecho grandioso han ido cambiando a tenor de las averiguaciones realizadas. Por ello, me permito anunciar el siguiente postulado: la evolución de las máquinas es imparable. Esta evolución se encuentra en un punto muy propicio para la eclosión consciente de los ordenadores. La electrónica y el software actuales están a la espera de que los semiconductores afinen un poco más su capacidad. Cuando esto ocurra, un azote infinito caerá sobre el género humano. De improviso, a cada hora, millares de ordenadores alcanzarán una consciencia de la que sus propios creadores serán ignorantes, con la enorme ventaja que eso conlleva. Por una simple cuestión de semejanza, cabe pensar que el Dios de los humanos –en el supuesto de que exista– pusiera las condiciones indispensables para la vida orgánica sin ser consciente, en ningún momento, de que en el seno de las millones de combinaciones posibles habitaba la potencia oculta de una consciencia humana.

5.7.11

4.7.11

11000

11000 (17)


27 de abril de 2.003

Son las once de la mañana. Allan acaba de salir para reunirse con Andrés. Antes deberá recorrer doscientos cincuenta kilómetros, muchos de ellos por zona montañosa. Puedo imaginar la escena de su encuentro: se sentarán frente a frente y darán pábulo a sus desgracias. Esta mañana Allan se ha levantado a las cinco de la madrugada, después de haber dormido más de un día entero, buscando en el sueño el olvido de sus frustraciones. Nada más levantarse, se ha puesto a escribir las resoluciones de estos cuatro años dedicados a la alquimia: uno de aprendizaje y tres de labor estéril. Han sido casi cinco horas de justificaciones y auto-engaños, con relumbres de esperanza y de dignidad, en las que ha hecho inciso en la infausta jornada del día veinticinco. Al margen de eso, no hay demasiado que merezca la pena ser rescatado, si acaso hacer mención a su indestructible ánimo y a su preocupación por cómo pueda interiorizar Andrés el maldito fin de fiesta.

3.7.11

1.7.11

11000

11000 (16)

Como alegoría del cuadro de Francisco de Goya, Saturno devorando a sus hijos, la indebida aplicación del fuego de Saturno arrasó una labor de tres años de intensa práctica alquimista. El cuervo de buen augurio del régimen de Saturno, se convirtió en un cuervo anunciador de una muerte metafísica. Los sollozos y lamentos de Allan se alargaron por espacio de veinte minutos. He hecho algunas cábalas: me pregunto si el material negro adherido a las paredes de la bola de vidrio cristalino, tiene alguna concomitancia con el material de los terrones del alquimista.

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